viernes, 26 de agosto de 2005

Y el balón empieza a rodar...


Este fin de semana, por fín, empieza el fútbol oficial, el de competición. Ha sido una pretemporada muy larga y, sobre todo, demasiado presente en los medios de comunicación. Antes, durante los meses de verano apenas te enterabas de lo que hacían los equipos, al menos, hasta los torneos de verano a primeros de Agosto. En Junio se iban de vacaciones y tu desconectabas. Los fichajes eran pequeñas reseñas en la prensa, entre noticias de ciclismo, atletismo u otros deportes de verano. Siempre había excepciones claro. La información de equipos como el Real Madrid o el F. C. Barcelona siempre movía a más profesionales y requería de más titulares y tinta. Pero, desde luego, no era como ahora. Ahora, desde Febrero se va preparando al aficionado con los futuros fichajes del equipo en cuestión. Se crea esa intensidad de debate en la calle. Se establecen los parámetros para que el ambiente esté espectante ante los "futuribles". Uno no sabe si la liga ha acabado o no, porque al fín y al cabo, ¿a quién le importa quién la gane? Los perdedores sacarán noticias sobre posibles fichajes que motivarán a la afición y los vencedores competirán anunciando incorporaciones que asentarán su equipo triunfador. Los especialistas dicen que esto se debe a que hay que "generar ilusión". Al parecer la ilusión de la gente solo se basa en cuánto dinero tendrá su equipo para gastar y llenar la ciudad de dos o tres nuevos ricos que sudarán cada 3 días la camiseta de su nuevo "club en el que siempre han soñado jugar".
Antes, la ilusión, ese "estado de ánimo" que es el fútbol según Jorge Valdano, se obtenía venciendo los partidos, marcando goles, ganando al "eterno rival" (como detesto esta expresión). En fín, compitiendo.
Pero eso ya no importa. La sensación que queda es que sólo con los nombres, con los fichajes millonarios, se gana algo. Los clubes ganan más aficionados a través de la promoción que a través del sudor de sus futbolistas. Se gana más dinero con camisetas que con títulos. Y no me digan que para vender camisetas hay que ganar títulos, porque eso es mentira. Basta con tener futbolistas interesantes, estrellas con carisma y que de vez en cuando hagan algo en algún partido, que ya se encargarán los medios de darle la importancia que sea necesaria.
Los directivos se preocupan más del los ingresos que no obtendrán al caer eliminados de una competición que del hecho de no poder ganarla. Los propios futbolistas, con unos sueldos millonarios, amenazan con ir a la huelga si no les pagan unas primas ¡por ganar! Reclaman "lo suyo, lo que les pertenece".
Es completamente surrealista. El fútbol profesional, el de máximo nivel vive una realidad completamente distinta a la sociedad. Y antagónica a los principios del deporte de competición. Tal vez sea esa "realidad ajena", en la que el dinero está en todos los lados y los exitos deportivos pierden su entidad, hasta convertirse en un complemento del espectáculo, lo que hace que muchos disfrutemos viéndolo año tras año. ¿Se trata pues de una vía de escape? ¿Otra más?
No soy de los que se sienta avergonzado al decir que le gusta el fútbol en una reunión de freaks de Joyce, pero si que me pregunto como cojones puede divertirme tanto. Tal vez sea porque es, junto a la música y a la literatura, lo que más capacidad de concentración me genera. Realmente me aisla ver un buen partido de futbol. No me pregunteis por qué. No lo se. Pero tampoco me importa. Algunos de los momentos que no se borrarán nunca de mi mente están protagonizados por un tío con un balón en los pies y una portería cerca... Y eso, tal vez sea lo único que merezca la pena de este deporte. Y merece mucho la pena.

Joe: Don't suppose you know who won the match?
Megan: (laughs) I didn't even know there was a game on.
Joe: It's not a game.

(Dog Soldiers)