viernes, 5 de octubre de 2007

What I miss most in pop music today are...

... good arrangements.

Realmente, la gente cree que las canciones de pop deben ser simples. ¡Mentira! Y encima ponen a los Fab Four como ejemplo. Hay que ser ignorante. El pop tal como lo conocemos, ese que nació de ese cruce entre los grandes cantantes melódicos americanos de los 30 y 40, la figura de Elvis y los Beatles es de todo menos simple. Parece sencillo, pero es muy dificil alcanzar esa capacidad de crear cosas que parecen salir de la nada y que en cambio nos hacen creer que siempre han estado ahí. ¿Cuántos de nosotros hemos oído una canción y hemos dicho "esa melodía me suena"? "Es tan buena que ya la debía haber escuchado antes seguro".
Pues, a no ser que estuviese en una canción de Lennon/McCartney —lo cual es muy probable—, lo que nos produce esa sensación es la capacidad que tiene el ser humano con un oído un poco trabajado de detectar la excelencia, lo realmente bueno. Aquello que nos lleva a decir: "es tan bueno que me extraña que no estuviese compuesto, ya".
Axl Rose tenía una anécdota para referirse a esto:

"Muchas veces iba por la calle y se me ocurría una melodía y pensaba «Hey, esto es mejor que Led Zeppelin». Luego llegaba a casa y la escribía. Después me ponía un disco de Led Zeppelin y decía «Joder, ¡es que es de Led Zeppelin!»"

Bueno tras esta divagación estúpida que nos lleva a la conclusión que el 95% de la música la inventaron los Beatles y el 95% de las temáticas de las letras lo inventó Bob Dylan, vuelvo al título del post. Decía que una de las razones por las que las canciones de McCartney y compañía sonaban tan sencillas era porque habían sido trabajadas hasta la saciedad. Les daban vueltas y más vueltas hasta decidir qué nota, qué acorde o qué línea de bajo encajaba a la perfección. Y dentro de ese proceso, la figura de George Martin era fundamental. No sólo porque siempre es necesario un oído externo con criterio para juzgar la labor de un músico, sino por su capacidad como arreglista. En colaboración con John y Paul llevaba las canciones diez pisos más altas que sus demos. Los violines, trompetas, coros y demás que adornaban esas canciones las hacían pasar de grandes temas a clásicos atemporales. Figuras como las de Phil Spector o Brian Wilson siguieron esa tradición iniciada, como muchas otras, en las composiciones para Broadway del período de entre guerras de genios como Irving Berlin, Cole Porter o los Gershwin, y que llevó a níveles increibles Nelson Riddle en sus colaboraciones con Sinatra.

Actualmente los grupos suelen olvidarse de trabajar los arreglos de sus canciones. De hecho, la figura del arreglista está en desuso, y es algo muy triste, porque no todos somos Lennon para poder arreglar nuestros propios temas.

De todas formas, aún hay grupos que se preocupan de estos detalles. Mis queridos Thrills tienen un tema con unos arreglos de violín que me vuelven loco. Escuchad, escuchad amigos.
Ah, esos violines...

The Thrills, "Whatever Happened to Corey Haim?"