miércoles, 25 de abril de 2007

Alicia, nuestra querida y triste Alicia

A finales de los ochenta, unos jóvenes amigos, influenciados por el hard rock y heavy más clásico de Black Sabbath o Led Zeppelin, deciden montar un grupo. Hasta aquí, estamos ante la típica historia sobre los orígenes de miles de grupos que, creados y, éste es el problema, sustentados únicamente en la ilusión de sus miembros, aparecen y desaparecen a diario. Pero a veces, cuando el talento es tan enorme y tiene una presencia tan dominante, sólo esa ilusión puede permitir que el grupo se desarrolle lo suficiente para regalarnos al resto de los mortales canciones, conciertos y discos, que en ciertos casos se acaban convirtiendo en clásicos.
Es 1992, el mundo de la múscia está siendo sacudido por un terremoto denominado grunge. Grupos como Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam copan las portadas de las revistas especializadas y proyectan sus videos en cada rincón de los States. La música está en un nuevo proceso regenerador. Es más sincera, más directa, más sucia y más real.
En ese clima, después del verano, sale a la venta el segundo disco de aquellos jóvenes amigos. No eran unos desconocidos. Habían conseguido cierto éxito de ventas con su primer trabajo y un par de Ep's. Pero ahora las canciones habían anbandonado esa estructura metálica para, manteniendo el sonido duro, dejarse mecer por las emociones mentales que dirigian el día a día de sus dos principales compositores, Layne Staley y Jerry Cantrell.
Dirt asaltó el mundo de la música y le puso banda sonora al sufrimiento y a la adicción de Layne. La heroína y la tristeza estaban en cada línea que salía de su boca. El disco se convirtió en el lamento de un enfermo, escoltado por un castillo de fuegos artificiales en forma de arreglos, base rítmica, solos de guitarra, melodías y coros. Las canciones al servicio del alma de quien las crea e interpreta. La comunión perfecta entre el creador y su obra. En definitiva, la sinceridad.
A Dirt le siguieron Jar of Flies y Alice in Chains. También geniales, poderosos y dolorosos al mismo tiempo. Los problemas de Layne seguían en aumento. Todos sabemos que una personalidad débil y un equipaje formado únicamente por un estuche negro con una jeringilla, una cuchara y varias bolsitas, sólo suele tener un destino.
Pero, a pesar de que su carrera discográfica era perfecta, la más solida de cuantos grupos habían salido de Seattle, todavía nos iban a regalar momentos únicos. En 1996 grabaron una actuación para la MTV. Aquellos Unplugged que tantos momentos de satisfacción nos dieron a una generación entera estaban a punto de escribir una de sus páginas más gloriosas. En un precioso teatro, uno a uno fueron saliendo Jerry Cantrell, Mike Inez, Sean Kinney, y finalmente, cuando la canción ya estaba deslizándose entre los oídos de los asistentes, nuestro querio Layne. Enfermo, con un aspecto doloroso, interpretó uno a uno los temas de su banda con una pasión contenida indescriptible. Era su mejor actuación. Su voz estaba perfecta, Jerry dirigía la banda de manera magistral, y pudo relejarse. Por espacio de dos horas se convirtió en un artista único. Cantó su dolor al mundo sin melancolía. Pero cantó muriéndose. Llevaba mucho tiempo haciéndolo.
Seis años despues, tras la pérdida de amigos y de su novia por culpa de esa "compañera" mortal, Layne nos dejó a todos.
No más discos.
Sólo silencio.



Aquí os dejo el inicio de esa actuación. La canción se llama Nutshell.

3 Comments:

Blogger rbk said...

Siempre fui más cercana a Pearl Jam. Me gustaban Alice pero el verdadero fan era mi hermano. Cuando Layne murió sentí mucha pena. Otro más, pensé. Qué triste pensar eso cuando alguien muere.

4:24 p. m.  
Blogger danityla said...

Pear Jam tendrán su entrada en esta página tarde o temprano. Eddie ha sido alguien que le ha dado mucha energía a mi vida en la adolescencia.
La verdad es que te pones a pensar en los grandes artistas desaparecidos y flipas.

5:38 p. m.  
Blogger rbk said...

Pufffffffffff, más que vivos, casi!! además creo que eso, mal que nos pese, muchas veces los revaloriza.
Y Eddie también ha tenido sus cosas... que si está con depresión, que si está enfermo, que si deja la música... y de repente ahí sale dándolo todo en un concierto. ¡Qué gran voz!, ¡qué grandes letras!, ¡qué gran grupo! e imagino que ¡qué gran directo! (nunca los he visto, me gustaría haberlos visto hace años y no pudo ser, a principios de los 90 hubiera dado lo que fuera). Todavía recuerdo la cantidad de cartas que envié a "De cuatro a tres", aquel legendario programa de R3, para poder ir a verlos a Australia nada menos. ¡Y mira que estaban curradas mis cartas! No era mi destino, que voy a hacerle.

7:41 p. m.  

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